cartas de Pedro de Valdivia

Partes de cartas que escribió Pedro de Valdivia:

A Gonzalo Pizarro Santiago, 20 de agosto de 1545
Magnífico señor: La carta de vuestra merced, escripta en Lima a los 14 de marzo del año pasado de 1543, recebí, que me trujo Gaspar Orense.
Las manos de vuestra merced beso por lo que dice haberse holgado de mi saluda de verme enviar por gente, que es señal he topado contento della; así es en verdad y, nunca tove menos segúnd con la voluntad con que me hizo la merced el Marqués, mi señor, que haya gloria; y así sentí la pérdida de vuestra merced y mal subceso de su descubrimiento; y pues vuestra merced tiene salud, por ella doy muchas gracias a Dios, que la hacienda, como vuestra merced dice, Él la da cuando es servido, y hace al contrario della.
De la muerte del Marqués, mi señor, no hay que decir sino que la sentí muy dentro del ánima y cada vez, que me acuerdo, lloro con el corazón lágrimas de sangre, y tengo una pena que mientras viviere, durará por no me poder haber hallado a la satisfación de la venganza, y por lo mesmo tengo la habrá sentido y sentirá vuestra merced al doblo: y pues tal sentencia estaría de Dios pronunciado, démosle gracias por ello, y a todos los deudos, criados y servidores de su Señoría nos es grande consuelo saber que fue martirizado por servir a su Majestad, a manos de sus deservidores, y que la fama de sus hazañas hechas en acrescentamiento de su Real patrimonio y cesárea auctoridad vive y vivirá en la memoria de los presentes y por venir, y saber que su muerte fue tan bien vengada por el ilustre señor Gobernador Vaca de Castro, cuanto lo fue por Otaviano la de Julio César. Y dejado aparte que por el valor de su Señoría obliga a todos a tenerle por señor y padre, por la merced tan grande que en ello se nos hizo, hemos de servirle con las haciendas y vidas en tanto que duraren, hasta aventurarlas y perderlas, si fuere menester, en su servicio como yo lo haré siempre, aunque en ello aventuramos antes a ganarlas, y lo mesmo escribo al señor Hernando Pizarro, dándole larga cuenta de lo por mí pasado después que de su merced me partí, porque sé que se holgará. Y en lo que yo perdí, no quiero hablar, porque si vuestra merced perdió hermano, yo, señor y padre, y por lo mesmo que vuestra merced me dejo de alargar en este caso. A su Majestad escribo un capítulo en mi carta suplicándole haga las mercedes a esos huerfanitos para que se sustenten en su servicio como hijos de quien eran; y al señor Gobernador suplico asimesmo en mi carta los tenga so su protección y amparo, favoreciéndolos con su Majestad y v. m. tiene mucha razón de dar gracias a Dios por haber traído, a tal coyuntura, a esas tierras tan valeroso caballero y señor y su Majestad le proveyó cual convenía para la necesidad dellas: suplico a vuestra merced le tenga en el lugar que al Marqués mi señor, porque yo creo, segúnd me dicen de su Señoría, desea en todo la honra y acrescentamiento del señor Hernando Pizarro y de vuestra merced y sustentación con toda auctoridad de esos señoritos huérfanos, y en proveer a vuestra merced por tutor dellos fue muy acertado, porque ternán así padre y vuestra merced los mirará como a hijos y como de tales hará sus cosas.



A Hernando Pizarro.
La Serena, 4 de septiembre de 1545.
Muy magnífico señor: Después que de vuestra señoría me despedí, cuando en buena hora se fue a España, no he visto carta suya, ni sabido de v. m. cómo ha estado, hasta agora año y medio qué me vino socorro del Perú, a donde envié por él a mi teniente general y me dijo supo de la salud de v. m. del señor Vaca de Castro, y en la reputación que con nuestro César quedaba, de lo que yo me holgué de todo en el corazón; por el amor que sé el de la v. m. me tiene, lo conocerá, pues esto, como es cierto, no es engaño. Plega a Dios oya yo siempre tiene v. m. aquel contento y descanso que ha menester, y que S. M. le ha hecho y hace de cada día las mercedes que los tan señalados servicios que en estas partes a su cesárea persona hizo, merecen; ayudándolas, primero, con tan crecidos trabajos a descubrir, conquistar e poblar, y últimamente, con su valor y severidad a se las conservar y librar de las fuerzas de los que presumían con tácitas objeciones hacerlas a S. M. en su deservicio, queriendo se usase con ellos, no la razón, que ninguna tenían, pero que los dejasen salir con las sinrazones que quisiesen hacer en la tierra. Y si lo que como caballero y valeroso capitán como v. m. hizo, venciéndolos, justiciando las cabezas de los tumultos, el Marqués, mi señor, de buena memoria, con la abtoridad cesárea que tenía, hobiera ejecutado en los que quedaron, porque lo merecían por sus continuas tramas, que públicamente decían querer acometer, pudiera ser que S. S. estuviera como v. m. y yo desearíamos, y sus hijos habían menester; y porque los secretos de Dios son grandes, no hay que decir en esto más de darle gracias por todo lo que hace. El Marqués, mi señor, como v. m. sabe, me envió con sus provisiones por su teniente general a esta tierra para que la poblase y sustentase y descubriese otra y otras adelante en nombre de S. M. y por sólo el parecer de v. m. junto con el deseo que yo tenía de servir a su cesárea persona, lo aceté contrariándomelo mis amigos; y por conocer el ánimo de v. m., que era emprender cosas en su Real servicio, arduas, que a otros caballeros que no tuviesen el valor déste, aunque fueran de muy crecidos, les parecerían imposibles, quise yo seguir éste, porque vi que no podía dejar de ser acertado, por se me dar con entera y sana voluntad; y por ésta, aunque me perdiera, fuera más satisfacción para mí que engañarme por los demás. Y como v. m. vido, dispúseme luego a hacer gente para mi empresa, y llegáronseme mis amigos, y buscando prestado entre mercaderes y otras personas, hallé hasta quince mill pesos en caballos y armas; y con lo que yo tenía socorrí a los que más menester lo habían, y hice dellos ciento cincuenta hombres; y en esto me detuve nueve meses.

(15 de octubre de 1550)
Santiago, 15 de octubre de 1550.
Instrución y relación de lo que han de pedir y suplicar a S. M. e a lo s señores Presidentes e Oidores de su Real Consejo de Indias, en nombre de Pedro de Valdivia, gobernador e capitán general en su cesáreo nombre en estas provincias, dichas y nombradas por él de la Nueva Extremadura, como descubridor y primero poblador, conquistador, repartidor e sustentador dellas, e con su poder el reverendo padre Bachiller en teología Rodrigo González, clérigo presbítero, e Alonso de Aguilera, tenido y estimado por caballero fijodalgo, cuando Dios sea servido de los llevar en salvamento a España y Corte de S. M. y lo que han de hacer y decir ambos juntos o el que dellos dos se presentare ante su cesáreo acatamiento y de los señores Presidentes e Oidores de su Real Consejo de las Indias.
PRIMERAMENTE. Dar vuestras mercedes las cartas que llevan mías para S. M. y para los dichos señores de su Consejo de Indias, y de mi parte besarles las manos con aquel acatamiento y obediencia y devoción e humildad que debo al vasallaje y sujeción con que nací de vasallo de S. M. representándolo como soy obligado a lo ser e deben hacello en mi nombre.
Dar mis cartas particulares que van para sus señorías e mercedes, ofreciendo de a cada uno por servidor, con aquella afición e voluntad que yo a vuestras mercedes lo he significado.
Dar asimismo las cartas que llevan mías para los grandes señores de la corte de S. M. besándoles asimismo las manos de sus señorías de mi parte y representándome y ofreciéndome por servidor, en particular de S. S., suplicándole a S. S. e los que fuere justo, me resciban en el número de sus servidores e criados de sus ilustrísimas casas. Darán vuestras mercedes asimismo mis cartas a todos los demás caballeros e personas para quien van, hablando a cada uno como vieren que conviene al tratamiento y ser de su persona, de mi parte, para animarlos a que me conozcan los que no me conoscen, e se sirvan de mí y me envíen a mandar como de mi parte se les puede pedir por merced me favorezcan e ayuden en mis cosas, como yo haré en las suyas en todo tiempo; e a los que me conoscen, dándoles por merce d de mi parte me amen con aquella voluntad que yo los amo; y en esta tecla me remito a las prudencias de vuestras mercedes en lo demás.



Al emperador Carlos V.
La Serena, 5 de septiembre de 1545 S. C. C. M.
Con Antonio de Ulloa escribo a V. M. lo que hasta ahora me ha dado el tiempo lugar, y lleva los treslados autorizados de la electión que hicieron en mi persona el Cabildo y pueblo desta cibdad de Sanctiago del Nuevo Extremo, que yo fundé por V. M., y de la posesión que en su cesáreo nombre he tomado de la tierra adelante; y asimismo envío otro duplicado desto por vía de mercaderes para que alguno dellos venga ante su Real acatamiento. Con el navío que de aquí van estos despachos, envío a lo que en mis cartas digo, a las provincias del Perú, al capitán Alonso de Monroy, mi teniente general; podría ser hallase en ellas alguna novedad, aun que no como las pasadas, que desto seguras están, pero que hobiese Dios dispuesto del Gobernador Vaca de Castro, lo cual a Él plega no sea, porque V. M. perdería en muy grand servidor y criado, o otras que suelen acaescer, por donde no pudiese hacer el fructo que conviene en su cesáreo servicio y bien de sus vasallos y desta tierra y naturales, poniéndole algunos embarazos por donde no se efectuase, y para dar a V. M. razón de quién fuese la causa de hacer este daño y relación de mi persona y desta tierra, le conviniese irse a presentar ante V. M.; lo que puedo decir y el auctoridad que le puedo dar para con su sacratísima persona, es ser la misma mía: en lo que dijere y suplicare de parte della, suplico yo muy humillmente le dé el crédito que a mí, porque es la suya de las más preeminentes que conmigo vinieron a estas partes y que ha servido a V. M. en ellas como caballero y hijodalgo que es, y si, caso Dios allá le llevare, aunque más deseo tengo por el presente le volviese con buen recaudo, tenga V. M. por cierto irá, más por lo que a su cesáreo servicio converná que por el propio interese de ambos, y remitiéndome en tal caso a la relación que él hará, por ir bien advertido de todo y saberle dar, no me alargo a más -S. C. C. M.: Nuestro Señor por largos tiempos guarde su sacratísima persona con la superioridad de la monarquía del universo.
Desta cibdad de La Serena, en este Nuevo Extremo, a cinco días de setiembre, 1545.-S. C. C. M., muy humillde súbdito y vasallo, que las sacratísimas manos de V. M. besa.-
Pedro de Valdivia.




 a sus apoderados en la corte: